Xilos

VACÍO EL BLANCO

Vacío el blanco

y sin rasgar

su  tersura

espero a Calíope.

Impaciente,

ansioso,

tenso,

turbado

 

Miro el cenit

y grito sin verbo:

¡Que venga,

que venga ya!

y me hable de ti,

de tu hilvanada figura,

de tu voz de miel,

de tus luceros,

de tu rubio pelo.

Que fecunde mi pluma

y que me inspire mis versos

 

¡Que venga,

que venga ya!

y se revele

y que termine con mi duelo,

que me diga como escribir

que tú eres para mi

de Milo su mármol,

de Miguel Ángel sus frescos,

los sonetos de Lorca

y de Mozart sus duetos

 

¡Que venga,

Que venga ya!

ese soplo,

esa voz

ese soberano anhelo

Que me hable de mi ángel,

estrella del cielo

Y que después

se rasgue el azul

que  baje la musa

y me avive el seso

y que me susurre canciones

que digan de ti,

de tu voz,

de tu mirada

y de tu olor y sabor

y de tu gracejo

 

Que se desgarren las alturas

Que se apaguen los luceros

Que  callen los ruiseñores

y se paren los arroyuelos

Que sólo brilles tú,

envite de mi savia,

mi nimbo supremo,

anhelo de mi vida,

ninfa de mi cuento.

 

Letra tras letra

Verso a verso

Como trazos de óleo

te quiero teñir

Gioconda del cielo

Herida de mi alma

Aliento de mi espectro

 

Que se rasgue

El vacío y blanco

Papel

Postal de nuestro encuentro

Que me ilumine Calíope

y después Morfeo

y que contigo me haga soñar

Soñar con tu sonrisa

Con tu tacto

Con tu contoneo

Mi Venus de Milo

Mi soberano deseo