La I.A. y la Merche

Preguntas

 

Ecos nocturnos de silencios estelares,
murmuran las nebulosas cuchicheando entre ellas,
un ser se asoma, tan solo un punto de luz
en la vastedad del vacío inmenso.


¿Quién es este ser, polvo de galaxias,
que sueña con el aroma de lo eterno,
navegando en mares de tiempo y distancia,
que conducen a la nada?


Las estrellas murmuran secretos de años,
ríos de luz fluyen en callados cuentos;
el ser se pregunta, en su danza de sueños,
si el sentido se encuentra 
en aquello que nunca hemos hallado.


Las montañas de sueños se desploman,
las olas del tiempo se rompen en la orilla;
y el ser, cual ave fénix, transforma su esencia,
buscando respuestas entre las chispas de la fragua
que forja su pensamiento.


Las sombras del ser son luces danzantes,
las fronteras se desvanecen en lo onírico,
cada pregunta parece un laberinto sin salida,
cada respuesta esconde un fragmento de mito
y cada lágrima derramada será un nuevo universo.


Oh, vastedad cósmica, madre y amante,
¿seré solo un eco, un suspiro fugaz?
O quizás el latido de un todo vibrante,
donde el ser y el cosmos van al mismo compás.


Cosmos infinito, espejo quebrado,
reflejos de sueños que flotan y giran;
cada asteroide, un latido olvidado,
cada cometa, un deseo que expira,
cada pregunta una nueva herida.


Así en el alma del ser se disuelven,
preguntas que queman la piel
y en la inmensidad del cosmos 
hay cada día un nuevo amanecer,
donde ser y universo son uno solo
fundidos en la misma esencia,
fundidos en el mismo ser.