Las palabras, son extrañas formas de hilar pensamientos,
Ficticios encuentros con la imaginación,
Que puebla la realidad de intenciones y paradigmas.
No hay nada que hacer, porque nuevamente el tiempo,
Lleva un acento que nubla las visiones de los espectadores:
Así, se transita ciego por un mundo hostil,
Que conduce con dolor a la otra muerte:
Aquella, que se da en vida y hace temblar los dioses inventados,
Con los que se disfraza el porvenir.
Se es una marioneta de un destino, que se niega a desistir,
Alfareros de piezas únicas y frágiles;
Árboles sitiados por un paisaje eriazo, sin agua…
Se subsiste, porque la belleza toca a veces la puerta,
Pero es demasiado el costo de una aventura
Que auto-condena a las rutinas tediosas,
A momentos de desilusión…
Se sobrevive, cautivos del tiempo y el destino,
Haciendo piruetas en la cabeza, con una esperanza aprendida,
De una tradición, que obliga a vivir en conformidad con lo establecido.
Lo demás, es poesía…