Como los bardos que en sueños miran
dicha suprema de la ilsusión;
ambos bordamos con letra clara
un regio sol.
Fuimos creyentes de eterno idilio
siempre vistiendo de luz el don;
y entre los nimbos de la locura
la amaba yo.
Supe adorarla con gran empeño
como adoramos al mismo Dios;
pero muriendo de fe su flama
todo acabó.
Pero su imagen perfecta y pura
fulge en mis versos de portavoz;
y hoy que un eclipse mi cielo cubre
¡Canto a su amor!
Autor: Aníbal Rodríguez.