El mundo se entiende por sus señas.
Algunos se escudan en mutismos,
gritando palabras silenciosas.
Mas otros carecen del oído,
les va y les viene si les tiran;
arropan “virtud”, evitan gritos.
Otros más, cegados por su cólera,
ven en su negrura al impío niño.
Algunos se jactan de su tacto,
se dicen mejores en purismo.
Sin ver que de todos son ninguno,
sin escuchar, prestan tacto y trino.
El mundo, sin duda, un mar de “ci-egos”;
el \"mundo\" se jacta en lo podrido.