churrasco sabrozo

¿Y… me llamabas?

Y… me llamabas’, preguntó la blanca dama

Al asomarse del vehículo, estático, sin movimiento

Su brazo blanco, de un color que no existe en este mundo

Y busqué su rostro, ella se negó, estirando su largo cuello

Para que no viera su cara, y muriera en ese instante

Por el momento, no entendí nada, seguí mi camino

Por unas cuadras hacia la casa, hacía un frío de locos

Y al entrar a mi habitación y recordar aquello

Se me erizaron los vellos, sin duda alguna

Esa mujer era la blanca dama, que rondaba el hospital de zona

A dos cuadras de distancia, de dónde la vi

Y lo supe al día siguiente, cuando una llamada, me despertó

Anunciando la muerte de una tía lejana, que ni siquiera conocía

Porque no me llevaste, Blanca Dama?

¿Acaso, me desprecias por ser humano?