Esbozando ruegos, lagrimeando sentimientos, excepto lo que está mal en cada persona, yo también excluyo lo que no se puede idealizar. Me fijo en lo más efímero, en lo real, saltando barreras de amor, choque tras choque, en las curvas de tu sonrisa. Caí completamente en un embrujo, más allá de lo inimaginable, más allá de lo creíble.
Solo espero no sonar desagradable ni monótono, porque cuando se trata de ti, algo inefable sucede dentro de mí.
Es algo difícil de enfrentar, y traslúcido de decir. Vuelo como un picaflor de carmín en carmín, sin llegar a encontrar ese aroma que me recuerda a ti. Trato, busco, pierdo, encanto, y aun así no te encuentro en este cántico. Pienso, deduzco, y lanzo mi corazón de piedra, escondiendo la mano.
Así, mi cuerpo, recipiente de mi alma, se convierte en un garito, porque; cuando estoy contigo, me siento un astronauta; cuando no lo estoy, me siento un transeúnte.
Te lo digo una y otra vez, en cada palabra y en cada silencio: eres el eje de mis pensamientos, la luz que atraviesa mis dudas. Aunque mis labios callen, mis ojos te confiesan lo que mi corazón ya sabe: que eres tú quien da sentido a lo que antes no lo tenía. Que sin ti, mi mundo gira sin rumbo, y contigo, todo encuentra su lugar.
Y aun así, las sombras de la duda a veces cubren el sol de tu presencia.
Me escondo tras cortinas de temor que distorsionan lo que debería ser claro como el agua. Soy como un náufrago que teme la calma del océano, consciente de que en su inmensidad yace la posibilidad de perderse. Mis reservas son ecos de un miedo profundo, como si el brillo de tu estrella pudiera apagarse, dejándome a la deriva en un cielo vacío
*Soti*