gaspar jover polo

A LA HORA DEL RECREO

A LA HORA DEL RECREO

 

Bajo la higuera de jugosas

y esponjosas hojas

y con una sombra compacta

que no dejaba pasar un solo rayo,

bajo la higuera de las Hermanas Carmelitas florecía

una jovencita, una chiquilla apenas,

mal encarada y con grandes y redondos ojos,

a la que, con solo acercarnos y ponerle

cara fea, le corrían tremendos lagrimones,

y se ponía a llorar

y a dar fuertes patadas contra el piso,

que era de tierra aplastada en todo el patio.

Se cubría las piernas con los brazos

y en cuclillas, se encogía para protegerse

y hacía el huevo.

 

Casi golosos,

nos llevaban los pies hacia la higuera,

directos hacia la histérica criatura,

atraídos por una fuerza colosal e impropia

de unos niños, de unos seres humanos a la postre,

y le arrancábamos la botella de leche del desayuno.

Pero solo era un momento,

y, enseguida, se la devolvíamos,

aunque ella siguiera llorando, pataleando

como si no tuviera consuelo,

como si ya el remedio no fuera factible

en su caso,

o como si, una vez desatada la tormenta,

fuera imposible detener

aquella reacción sin fin,

tan desproporcionada,

aquella reacción irracional que al resto

nos llenaba de un entusiasmo

también bastante ilógico.

 

Gaspar Jover Polo