Es una verdad remarcable que amemos siempre a los demás como a nosotros mismos.Y hacemos daño a los demás, con la misma medida que nos lo hacemos a nosotros. Odiamos a los demás, en función de nuestro propio odio.Somos tolerantes con los demás, si lo somos con nuestros defectos. Perdonamos cuando solemos perdonarnos. Estamos dispuestos a sacrificarnos por los demás, cuando solemos sacrificarnos por nuestras vidas. Cuando nos enfadamos de forma desproporcionada con alguien, es muy posible que en el fondo, lo estemos con nosotros sin que nos hayamos dado cuenta.Es muy conveniente averiguar de donde proviene la furia, pues lo que la hace explotar, es el detonante. La furia es un médico que nos suele decir donde nos duele, hay que aplacarla, pues de no hacerlo, nos suele provocar cierta intatisfacción.