Hernán Mejía Silva

CANTERA HUMANA

Sintió un monolítico frío,

heredado de los fonemas,

gravados en todas sus letras,

por las aguas del río.

 

Las corrientes del delirio,

se escapaban por sus venas,

la dicha es la más dura de las penas,

imagen del amor y sus idilios…

 

Después de un momento, eres gardenia,

me dijo, –flor de un día –,

por mis ramas secas que se rompían,

tan absurdas nuestras manías.

 

Desperté de mi muerte, –siguió –,

al cobijo de la noche fría,

lapida indiferente,

reclamando la osadía.

 

Aquí te espero crepuscular, –repliqué –,

al escaso aire contumaz;

si perdonaras mi silencio una vez más,

sería un fragmento de alivio estelar.

 

Osciló la órbita de ese planeta,

con difuminada luminiscencia,

elucubración marchita y escueta,

fundiendo nuestra petrificada persistencia.