Tierra materna que aroma llora,
en frondosos y sombreados frutales,
suelo arcilloso sin pedregales
de sombras tardías el alma mora.
El mediodía el calor atesora,
rafagas cálidas hogareñas,
entorno de carbones y leñas
recuerdo razonable a deshora.
Solitaria la psiquis se doblega,
sin bullicio llega el reposo
sonrisa delirante se relega.
La sombra yace a la espera,
evade la canícula sincrónica,
en su aliento no desespera.