Hoy te volví a recordar,
quizás un poco menos que ayer…
Las melodías de Mac DeMarco
acompañan el eco de tu nombre,
resonando en la quietud de mi mente.
Hoy busqué consuelo en mi soledad,
escuché voces hablando de corazones rotos,
intenté llenar el vacío,
porque hundirme en lo que no fue
es perderme aún más.
Me asaltaron preguntas,
una y otra vez:
¿Te extraño a ti,
o a los momentos que me hacías vivir?
Extraño la calidez de esos instantes,
la forma en que tus brazos eran un hogar,
donde podía quedarme,
sin temor al tiempo.
Pero un día, el miedo llegó,
y supe que algo se quebraba en mí.
Tus palabras, antes dulces,
se convirtieron en espinas,
y cada conversación era un nudo en mi alma.
Mi mente gritaba “déjalo ir,”
pero mi corazón, testarudo,
susurraba que el amor lo podría sanar todo.
Spoiler: el amor no nos salvó,
y en ese sendero, nos lastimamos,
hasta ser extraños en nuestra propia historia.
Decidir dejarte fue tejer una red de dudas,
pero cuando lo logré,
sentí un peso en el pecho,
mientras desfilaban ante mí
los recuerdos más bellos,
como un último adiós.
Era tiempo de soltarte,
de liberar lo que me dañaba,
más de lo que curaba…
Y aunque te solté a ti,
ahora debo aprender a soltar
la sombra de lo que fuimos.