En el otoño de la noche invocaré tu nombre,
impregnaré mis deseos en tu piel.
Magnánimo y dulce, con renombre,
el placer que nos hunde en miel.
Brotará fiel, nuestro amor fundido,
en un momento de apasionado arder.
Cuán bello este sentir florido,
que une dos almas en su incaler.
Y si lo nuestro acabare algún día,
y ya nunca te vuelva a ver,
recuerda que siempre te invocaría,
aunque no lo puedas creer.