Querido:
Desde la última vez que nos vimos, has estado ausente; no he tenido noticias de ti y me preocupa porque la última vez que supe de ti fue desalentadora. Quisiera poder estar cerca de ti otra vez, volver a tener la oportunidad de mirarte, preguntarte cómo estás y qué es lo que te ha sucedido. No te asustes; no planeo invadir tu privacidad, no es mi intención. Simplemente, me importas mucho y no quiero que te suceda algo malo porque no te lo mereces.
Aunque no lo sepas, eres muy importante para mí. Conocerte ha sido muy reconfortante en mi vida y lo seguirá siendo. Tus palabras han sido un dulce bálsamo para mi alma; tu voz ha sido una poesía que ha causado un dulce sopor en mi corazón. Tu presencia en mi vida hizo que la fe volviera, aunque sea solo por un instante, y de forma discreta has dado color a mi vida, me has causado una enorme felicidad, aunque también una gran incertidumbre.
Quisiera saber si sigues aquí, si aún es posible buscarte de alguna manera, o si debo desistir. Desconozco los motivos por los que hayas desaparecido; solo espero que no sean determinantes y que puedas volver a tomar tu rumbo.
No me molesta conservar tu nombre en mis recuerdos, aunque no estuvieras conmigo. Solamente quería que tuvieras algún momento de felicidad y espero haberte causado uno, aunque sea un solo segundo perdido en tus años.
No sé si tenga que mandarte esta carta al cielo, al mar, a las estrellas o al horizonte; simplemente deseo que puedas volver a sonreír y que vuelvas a darle al mundo esa luz hermosa que dabas desde el principio. No pretendo ningún fin egoísta, yo respetaré cada decisión que tomes, como lo he estado haciendo durante todos estos años. Solo quería expresarte mi cariño y amor sincero, con esa pequeñísima esperanza de saber algo de ti.
Hasta siempre, amado mío.