Yeshuapoemario

Cuidado con los hombres que recurren a trampas (Efes. 4:14).

 

 

En el vasto tapiz de la existencia, donde las dudas y las certezas se entrelazan, cada hilo cuenta una historia, cada color revela una verdad. La evolución, una teoría científica, se despliega en el lienzo del conocimiento humano, explorando los misterios de la vida y su perpetuo cambio. Pero en este entramado de pensamientos, hay quienes buscan en la Biblia, un faro de luz inmutable en la oscuridad del cosmos.

 

La ciencia y la fe, dos navegantes en el mar del entendimiento, a veces se encuentran, a veces se alejan, pero ambas buscan responder a las preguntas ancestrales: ¿De dónde venimos? ¿Qué somos? ¿Hacia dónde vamos? En la juventud, la mente se expande como el universo mismo, ávida de respuestas, sedienta de conocimiento. Y en esa búsqueda, se nos invita a cuestionar, a reflexionar, a dialogar con los textos antiguos y los descubrimientos modernos.

 

Proverbios 18:17 nos recuerda la importancia del escrutinio, del análisis crítico, de la valentía de cuestionar lo presentado como verdad. No es un rechazo a la sabiduría recibida, sino una invitación a la comprensión profunda, a la construcción de un entendimiento más completo y matizado. En el aula, en el templo, en el silencio de la contemplación, las voces de la ciencia y la espiritualidad pueden coexistir, dialogar, enriqueciéndose mutuamente.

 

Así, el joven que se enfrenta a las grandes preguntas de la vida puede hallar en la poesía de la existencia un espacio para la duda constructiva y la fe reflexiva. Puede descubrir que en el tejido de la realidad, cada perspectiva aporta una dimensión única, y que en la confluencia de múltiples verdades, se puede encontrar una armonía más grande, un retrato más completo de este fenómeno llamado vida.