¿Cómo miras sin ver nada,
cómo escuchas sin oír
o has dejado de sentir,
en lo más hondo del alma?
Y pregunto: ¿Por qué callas
la injusticia que tú miras;
por qué vives de mentiras
que pululan por doquier;
tienes miedo al vil poder,
que en silencio lo transpiras?
¿Cómo vives sin mirar
la injusticia y lo que ocurre?
¡Cuánto mal siempre discurre...!
¿Eso no te hace pensar?
Y la historia ha de juzgar,
el silencio pernicioso
en un mundo tan nuboso
donde el pobre, maltratado,
vive siempre sojuzgado
su calvario doloroso.
¿Y cómo hablas sin hablar
del que sufre y del que llora
cuando la tristeza aflora
cada día al despertar?
¿Quién su canto ha de cantar
a favor del desvalido?
¿Quién, si nunca habrá sentido,
el dolor de la pobreza
y el afán de la tristeza
cuando el alma ha carcomido?
Los discursos dicen mucho
tanto o más que lo que escribo,
pero siempre yo percibo,
que más de lo mismo escucho.
¿Y el pueblo? ¡Sigue flacucho,
los discursos no alimentan!
Las mentiras más atentan
contra la verdad, la vida,
porque sangra más la herida
y las venas se revientan.
¿Cómo miras sin ver nada,
cómo escuchas sin oír
o has dejado de sentir,
en lo más hondo del alma?
¡Ah mi pueblo! Lucha y canta,
canta y lucha sin temor
que quien lucha con fervor
nuevos tiempos siempre augura.
«La verdad siempre procura,
que es un bien libertador...»