Me pregunta de qué me río…
y reír es la cosquilla,
el reflejo espejado en el rostro
y los guiños de un paisaje que caminas y te camina,
te habita, siembra esa risa… y te risa.
Recogiste de la ventana el guiño del porvenir.
Una vaga ola de risas te humedecen.
El dulce en la sensación no da aviso de ingreso,
y no marca su retirada.
El refugio en la mansedumbre de la vigilia
con un recorrido infinito antes de la meta.
El recoveco. El laberinto que habito.
Soy el Minotauro que regresa
cuando la risa regresa.
Derribo paredes con la mirada
-no con fuerza bruta-.
Son puro mitos.
Estoy siempre del otro lado de un muro
con la risa extranjera
por la leve vibración del laberinto,
que no es otro que mi cuerpo.
No es otro que mi cuerpo
en la maraña de sensaciones.
Me desvelo por las verdades sobre el arribo a la vida.
La posibilidad de ser y percibir las sensaciones.
Todo se revela a medias.
La verdad es la claridad que no deja que cierre los ojos.
La claridad que encandila con la fuerza de la comprensión,
la renovada gracia,
renovada con cada gota que humedece mi jardín,
con cada gota broto,
con el bautismo de una mirada sencilla
que espina y
representa la mirada en esta estación indeterminada,
la parsimonia de los pasos en una galería silenciosa
que tiene fin… sólo si le damos cierre.
Galarza J. L. (Argentina: 2019)
Ilustración de \"La casa de Asterión\" de Borges.