Belleza entre naranja y mandarina
que naces y en tu honor el día muere;
qué cítrica hermosura te confiere
la tenue oscuridad que se avecina.
Semejas un incendio en el oeste
con llamas que destellan cual diamante;
devoras al rey astro en un instante
tornando en escarlata lo celeste.
Dormidos ya el ocaso y su fogata,
oscura pincelada en el ambiente;
descansa hasta mañana el sol poniente,
envuelto en un paisaje bruno y plata.