Perdóname si me has amado demasiado,
demasiado me has amado tal vez,
demasiado que fue muy rápido
como la nieve y el agua.
—jejej, jeje—.
Y otra mañana sin ti,
sin mi café con leche
en esos cronotopos,
entre aquí, ahí, allí,
pensando que lo que fue
ya no fuera.
(...)
¿Será verdad que duelen los besos
los que se dan en la frente,
y en la nariz y en el cuello,
y aquellos, a la espalda?
Droh Joël Arnauld Keffa