En las noches, mi ser vacila,
mi pecho grajea en el silencio
la tristeza que mi dolor destila.
Caminos grises, sin salida,
lloros que mueren en el vacío,
donde mi alma busca una luz perdida.
Una lágrima en la penumbra,
la soledad pesa como talio,
sin hallar un consuelo en esta sombra.
Mis pensamientos en un lío
fluyen lentos en esta desidia,
del tiempo, cual terrible desafío.
De mi angustia, la esperanza huye,
solo yace la melancolía,
ardiente lagrima que siempre fluye.
Aunque el dolor me abrace fuerte,
y la depresión me robe el sueño,
la vida huraña silencia mi suerte.