A MIGUEL HERNÁNDEZ
¡Ah!, cien años han pasado
de tu natalicio en la bella España
y tus letras sigan danzando
desde que partiste como un santo,
por el martirio en pos de la libertad,
más tus letras siguieron floreando
entre la magia y el encanto.
¡Ah! El tiempo que borra
llantos y tempestades,
y tú sigues señalando
las injusticias de la vida
cual inmortal poeta.
Fue la danza del sol
la que nos ofreciste,
llena de libertades
por lo que luchaste,
y nos diste a beber
con tus cálidos poemas
que embriagan el alma
un soñado amanecer.
Tuviste noches de trágica
melancolía y de calabozos
y enfermedades de muerte,
los que también sentiste,
más lograste ser más fuerte
que cualquier noche triste.
¡Oh poeta, de las letras vivas de oro,
supiste entretejer el canto al amor,
como la injusticia de un mundo
que se da en “El niño yuntero”,
una voz que clama justicia,
en cambio, poeta
“Ser onda, oficio, niña”,
es una emoción amorosa.
Y sin conocer el destino,
la vida nos lleva a
“Una querencia”,
y luego de haber vivido,
“Después de haber cavado”
y vuelto a nacer el dolor,
revelaste desde tu soledad:
“Tengo estos huesos
hechos a las penas”
“Te me mueres”
gritó en días de angustia
la población toda,
por aquellos días
de los idus de marzo.
Más tú respondiste:
“Yo sé que ver y oír
a un triste enfada”,
y el mundo dijo:
“Mis ojos sin tus ojos”,
más tú respondiste:
“Como el toro he
nacido para el luto”
y después la lluvia
y tú expresaste al final
de todo: “Llueve”,
y la lluvia siguió como
siguieron tus poemas,
tan llenos de vida.
¡Salve!
¡Oh! venerable poeta del alma.
La vida y la muerte
van de la mano,
Miguel,
vos lo sabéis muy bien,
y como tu señalaste,
“Aquí estoy para vivir
mientras el alma me suene,
Y aquí estoy para morir
Cuando la hora me llegue”.
El nacimiento y la muerte
van de la mano.
Miguel,
vos lo sabéis muy bien,
aunque quizá no lo
sabéis como Miguel
ahora, tus poemas
ya son eternidad.
Vivirás en el corazón
de los seres sensibles
que habitan este cascarón.
De este cuerpo me iré,
y se irán otros muchos más,
pero no tú, Miguel,
porque tú eres ejemplo
de lo que deber ser
un poeta comprometido
con sus hermanos y con su tiempo.
Te puedo afirmar que así será,
¡Oh! Poeta de laureles,
Miguel Hernández
porque a los defensores de la vida
como tú lo fuiste,
de la justicia y a favor del pueblo,
se les tiene en letras de oro
que sólo se llevan en el alma.
Hoy naciste,
hoy viviste,
hoy renaciste eterno,
virtuoso poeta.
¡Salve oh poeta!