De niña, era para mi orgullo participar en los honores a la patria,
la piel se me erizaba al sentir vibrar mi garganta
cuando entonaba el Himno Nacional.
Sentía la majestad de mi bandera tricolor
al verla imponente y soberbia a su paso frente a mí;
era una una experiencia inexplicable, estar ahí.
En las clases de historia, saber de las hazañas y logros
de nuestros héroes, era un aliciente para
buscar ser la mejor versión de mí misma.
Al crecer, todos esos ideales que fui forjando
se derrumbaron al enfrentar a la cruenta realidad,
que sobrepasa y choca con todo lo que había creído.
Hoy, la justica, esta corrompida, mi nación está secuestrada
por intereses mezquinos, que están llevando al lastre a mi país
y lo peor, es que la ceguera política es la que reina.
Salgo a las calles y observo como la impunidad
se pavonea por las calles: cierres de negocios por cobro de piso,
robos, secuestros asesinatos, desempleo, inflación...
pero nuestro dirigente nacional dice que todo está bien,
que abatimos la mayoría de los delitos, que la economía esta boyante...
15 de septiembre, no puedo sentirme feliz de festejar un año
año más de independencia, cuando en mi corazón percibo que
estamos siendo subsumidos en un esclavismo moderno...