Zapatos y perro
Me fui a la zapatería
a comprarme unos zapatos
y de una vez pasé por la carnicería
a comprar algo a mi perro flaco
Compré unos hermosos mocasines
con piel color marrón;
podré usarlos en distintos fines
porque son bajos de tacón.
Servirán para ir a trabajar
por ese color que tanto engalana
y también sirven para ir a bailar
en algún que otro fin de semana.
Al perro le compré sus huesos
y unos pedazos de riñón
a ver si deja con eso
de ladrar en el balcón.
Seleccioné con esmero
la comida del canino,
menos mal que el carnicero
hasta se ha hecho mi amigo.
El perro me dio la bienvenida
y actuó con tal desacato
pues despreció su comida
y mordió mis nuevos zapatos.
Ante esos momentos ruines
yo me muestro complacido,
ahora luciré los mocasines
arañados y mordidos.
***
Preparando almuerzo
Estaba preparando mi comida
con dedicación de cocinero
dejé la carne bien cocida
y la verdura corté con mucho esmero.
Use ramitas frescas de albahaca
y algunos palitos de romero,
busqué el mejor sabor para la salsa
usando condimentos extranjeros;
estuve pendiente de la acción
por eso pasé momentos gratos
pensando solo en el bidón
que iba a darme con el plato,
pero cuando estaba en pleno acto
de servir mi comida en solitario
sentí ruidos en el vecindario
y me asomé con ánimos de información
y era que había llegado un batallón
haciendo trizas mis esfuerzos
porque todos le cayeron al almuerzo
con ansias por demás devoradoras.
Y yo no pude decir ni jota
porque cayeron como langostas
todos juntos a la justa hora.
Y me tocó prender la licuadora
y prepararme una merengada
de chocolate con agua helada,
pero tuve que tomarla a la carrera
Por temor a que también la quisieran
Y entonces me dejaran sin probar nada.
De esta experiencia, solo tomo
esa lección por demás tan directa
para la próxima, primero como
y después abro la puerta.
***