Un nuevo capítulo se abre, un año viejo se cierra,
y en la belleza y armonía que encuentro,
un misticismo se revela.
Su voz, dulce melodía, me recuerda a tu risa,
su mirada, un cielo infinito que refleja tu alma.
Su sonrisa, un rayo de sol que ilumina mi camino,
su presencia, un bálsamo que calma mi corazón.
¿Eres tú? ¿O es un sueño que no quiero que termine?
Ese carácter de niña, esas emociones de chiquilla,
despiertan un sentimiento acallado,
un vacío que dejó tu partida.
Un silencio que solo tu voz podía llenar.
Me deja pasmado e intranquilo el saber que quizás,
tan solo quizás, ella podría ser tú...
Aturdido, contra corriente, me siento confundido e iluso.
Ya no sé si ella eres tú o tú eres ella.
Mi mente, un laberinto de recuerdos y deseos,
mi corazón se desgarra con cada latido.
Afligido de alma, compungido de corazón,
me ahogo en suspiros,
debo dejarte ir,
pero no puedo...
¿Eres tú?
En el eco de tu risa, en el brillo de su mirada,
busco un hilo conductor que me lleve a ti.
Un puente de sueños que una el pasado y el presente,
y me permita, por fin, comprender si realmente eres tú...