Quizás dormías,
me dije al encontrarte
junto aquel roble.
Junto a su tronco
estabas apoyada
y pensativa.
¡Quizás dormías!,
me dije al ver tus ojos
casi cerrados.
Pero soñaban
con sitios y lugares
muy diferentes.
Quizás con hombres,
con niños y mayores
en algún parque.
O paseando
por viejas catedrales
desconocidas.
Lindos misterios
de sueños y de noches
en tus pupilas.
Y sobre todo,
la magia insuperable
de ver tu cuerpo.
¡Qué bello cuadro,
mirarte en el silencio
de aquella tarde!
Rafael Sánchez Ortega ©
14/09/24