Si llegas a recibir esta carta,
tal vez reuní el valor
para confesarte mi sentir.
Entre hojas desperdiciadas
y una pluma ya cansada,
quizás esta sea la buena.
De ti me he enamorado,
sin saber en qué momento
te volviste esencial en mi vida.
Hay días que me frustran,
al no tenerte a mi lado,
al no poder entrelazar nuestras manos
ni sentir tus labios.
Eres la música que alegra mis días,
la lira de mis poemas,
y el pensamiento recurrente
que ocupa mi mente.
He escrito tantas cartas,
sin firmar con mi nombre;
versos y textos
que nacen de mi insomnio.
No duermo por pensarte,
y me desvelo al recordarte.
Vivía en la poesía,
pero moriría por amarte,
si acaso,
llegaras a mirarme.