Ivette Urroz

Oda al piropo tropical

Surgen del abismo los piropos tropicales,

y la sangre imperial, en su danza oblicua de relámpagos,

viste las escamas del espíritu, dotadas de sensibilidad

solitaria y una auténtica actitud, \"al fin y al cabo\" así es.

Estirando la piel al límite, el piropo tropical resuena

como una melodía vibrante en la tonicidad de almohadas fabulosas,

custodiando el signo juguetón de su esencia.

 

Dejando tras de sí las burbujas oscuras de su comprensión,

\"andando que es gerundio\", ¡devorando cada sílaba!,

ofreciendo el último chiste bajo la luna tropical,

extendiéndose como un manto de ardiente pasión

para proteger la llama inextinguible del requiebro.

Es el nervio lluvioso de mi legado equilibrista,

clavando estacas dolorosas en la eternidad,

y convirtiéndome en una estatua ante los lúgubres horizontes

de lamentos anarquistas, como \'apretándose los dientes\'.

 

¿Y todo para qué? ¿Para llenar los vientos con labranzas de piropos?

Para que de mi humilde sentimiento solo emanen galanterías,

y mi risa se disuelva, transformándome en un gesto cómico.

\"¡Avanza, avanza!\", lenta estructura que llenas un espacio de ternura,

y es como florecer en vergeles repletos de alegrías.

Para que mis restos se mezclen con el viento,

y mi existencia se diluya en el vacío, ¡Oh amor mío, ojos de ilusión!

Cansada de seguir la voz del mando,

perseguir y seguir el rastro romántico del piropo tropical...