En la quietud del espejo,
la soledad me mira fijamente,
un reflejo que busca reconocerse,
en la superficie de un alma
que clama libertad.
No eres la sombra de otro,
ni la réplica de una vida ajena.
Eres la melodía única de tu existencia,
la voz que susurra
“yo soy quien soy”.
Vuelve a tu mundo
ese espacio tuyo,
donde ser tú mismo
es el único camino.
Donde cada paso es una declaración,
un acto de valentía,
un grito de intensidad.
La fuerza reside en el reconocimiento,
en el coraje de despojarse
de máscaras ajenas.
Eres tú, solo tú,
quien puede definir
el contorno de tu ser,
el color de tu espíritu.
Sé tú, en toda tu esencia,
y deja que el mundo se maraville
ante la singularidad de tu presencia.