Te perdí en el expreso de una estrella,
sobre el quinqué que funciona a vapor;
las balas de cristal y la escopeta
son la efigie de tu última traición.
Me dices: \"Qué doliente fue la espera\",
inmersa a cuerpo entero en etanol,
jugando con tu agónica cadena
que por cruenta un silencio rebozó.
¡Murria tirana de tiempos pasados
con el arma celeste que extravié!
¡Por juzgar mis sentires malhadados
te condeno a seguir bajo mis pies!
¡Descansando en un suelo muy lejano
sabiendo que más nunca te querré!