Tengo guardados algunos versos
en envejecidos papelitos amarillos,
algunos están hilados con antiguo amor
en telares de mozuelos sentimientos,
otros todavía crepitan en la armonía
de un fuego incandescente,
los hay con reiterados olvidos
pero también de matutino albor,
unos se leen a sí mismos
y otros se escuchan en una voz que les nombra,
muchos son los inconexos
buscando una forma jamás develada
(como una embarcación anclada
en la ribera de un río y que nunca zarpó),
cautivos en una marchita hoja
con el aroma de una primavera.
¡Ay, si pudiera hacer una canción
con estos pedacitos de versos dispersos!
¡Ay, si tuviera un poco
de lo que tuve,
de lo que se ha ido!
¿Dónde estará lo perdido?
¿¡Y si no hubiera condenado a la hoguera
mis juveniles desvelos!?
Me gustaría tanto poder leer
lo que no puede terminar,
ese poema que nunca pude hacer.
Sólo me queda este deseo sobrado
de poder juntar los restos
de lo que nunca fue.
Managua, 26 de junio de 2024.