En Saraja, la tierra del profundo sueño,
descansan los nuestros, en eterno sosiego,
sus sueños se alzan, en un vuelo ligero,
y se convierten en canto, rezos y oracion.
La brisa susurra, entre huarangos y cemento,
un canto de amor, que se eleva al cielo,
en el silencio, se escucha un susurro veloz,
de aquellos que partieron, y nos dejaron huellas.
En cada amanecer, en cada atardecer,
la memoria de los nuestros, se conserva,
en Saraja, la esperanza se renueva,
y sus sueños, en oraciones, se elevan en el éter.
Sus nombres, grabados en la memoria,
nos recuerdan el camino que debemos seguir,
en Saraja, la vida y la muerte se conjugan,
y en sus sueños, encontramos la gloria.