Ya tienes quince años y, no quería verte
crecer porque, siempre he deseado
tenerte como mi niña consentida.
Ahora eres toda una señorita pero,
estamos felices porque somos una
familia gracias a tí. Desde que
llegaste a nuestro hogar con tú nacer,
estás pegada en mi piel, es que eres
sangre de mi sangre y, de tú madre
también.
Bendito sea el Señor por
bendecirme contigo y, aprendí a ser
padre responsable con ternura, cariño
y amor, para ti mi princesa Pierina, tus
padres en tus quince años cumplidos.