A la hora del rescate
las persianas se bajan, descontentas,
y te atormenta la tormenta acosadora
y llueve...
Tomas conciencia de la existencia
vasta y efímera, a la par,
vigilante y lánguida
sobrepasando la meta de todos los dioses,
de toda fe,
de todo saber...
Escribes, luego existes
y plagias filosofías eruditas
ancestrales, ancianas,
más no perecederas.
Y es a la hora del rescate,
que un incendio sin combustión
y carente de llama
te arde invisible en el alma,
por mucho que llueva...
RBP (3/9/24 - 14:37)