Yeshuapoemario

BABILONIA LA CIUDAD MUY GLORIOSA

 

Nunca se ha hecho una profecía por voluntad del hombre, sino que los hombres hablaron de parte de Dios impulsados por espíritu santo (2 Ped. 1:21).

 

En las páginas antiguas, escritas con tinta y fe,

se hallan profecías de un tiempo que ya se fue.

Narran de imperios, de reyes, de guerra y paz,

de ciudades caídas y el destino que tendrán.

 

Babilonia la grande, en textos se desvaneció,

como profetizó Isaías, por Ciro fue conquistada.

Sus muros, sus templos, su esplendor se apagó,

y en ruinas yacen, como la historia ha confirmado.

 

El profeta en su visión, un futuro reveló,

de una ciudad poderosa a la que el tiempo olvidó.

Ciro, su nombre resonó, antes de nacer ya escrito,

y con estrategia divina, su victoria fue descrito.

 

Las puertas de Babilonia, abiertas sin luchar,

un río desviado, el conquistador pudo entrar.

Así se cumplió lo escrito, la profecía no falló,

una ciudad deshabitada, el tiempo nos mostró.

 

Y ahora, entre las dunas y el viento que allí va,

solo quedan ecos de lo que Babilonia fue ya.

Un montón de ruinas, testimonio de lo que pasó,

de una profecía antigua que la historia confirmó.

 

Así, las escrituras nos hablan con verdad,

de un pasado lejano y su cumplida realidad.

Nos cuentan de un poder que todo lo puede ver,

y en sus palabras, un futuro podemos prever.

 

Porque en cada verso, en cada línea que se lee,

hay una promesa, un mensaje que aún procede.

Y aunque imperios caigan y el tiempo siga su andar,

las profecías permanecen, no cesan de hablar.

 

En ellas encontramos sabiduría y advertencia,

un eco del pasado con vigente presencia.

Nos enseñan, nos guían, en el camino a seguir,

y en su cumplimiento, razones para creer y vivir.

 

Porque cada profecía es un hilo en el tiempo tejido,

con precisión y cuidado, por el divino ha sido dirigido.

Y así como Babilonia, muchas más se cumplirán,

historias de ayer que en el mañana resonarán.

 

En la Biblia encontramos estas verdades eternas,

de un autor divino, que sus palabras gobiernan.

Y en la caída de Babilonia, un ejemplo se nos da,

de que lo escrito se cumple, y la verdad prevalecerá.