Paco Pena

MERCADEO DE AGRAVIOS

Para la pericia de los agravios,
cuando acudas al mercado,
conviene tener en cuenta:
El frescor de las injurias,
la fecha de su envasado,
el sitio de su cultivo,
el tendero que los ha pesado
y la dentadura del ultrajado.

Ni estoy ni se me espera
en la adulteración de las ofensas.

Juzgar un viperino improperio
no debe ser tarea menuda,
tiene que amasarse con cordura,
limpiar todo rastro de pasión,
sangrar las hieles y las rabias,
sin perder de vista la razón
ni el nexo entre culpa y redención.

Ni estoy ni se me espera
en las reclamaciones torticeras.

Sin castigo no hay salvación,
declaman los nuevos fariseos,
pero ellos bien que venden
caducados y fétidos improperios
a precio de turgentes elogios,
eso sí, regalando cartillas y cupones 
para estafarte con el tocomocho.

Ni estoy ni se me espera
en estos Juicios de pandereta.