En el primer espejo,
la sombra de un sigilo,
ecos de una risa perdida,
un instante que se desliza
entre los dedos del tiempo.
En el segundo, el rostro
de un viajero que no llega,
sus ojos cargan historias,
cada lágrima, un océano
que se aferra a la memoria.
El tercero refleja
un jardín marchito,
flores que en el viento
se desvanecen,
pétalos de sueños rotos.
En el cuarto,
un espejo quebrado,
fragmentos de lo que fuimos,
la luz se escapa en retazos,
el pasado, un laberinto.
Y en el quinto,
la mirada del futuro,
un horizonte incierto,
donde las esperanzas titilan
como estrellas en el cielo.