FIDEL HERNANDEZ

Caperucitada a la vida

-       ¿Me dirás por qué, abuelita,

son tan blancos tus cabellos?

 

-       Hijo, es la nieve que anuncia

de mi vida el triste invierno.

 

-       ¿Y por qué, abuelita,  tu cara

tan llena de arrugas veo?

 

-       Fue el pesar quien trazó

de mi rostro esos senderos.

 

-       Aún dime más, abuelita;

¿y qué  es lo que hace

que tiemblen así tus miembros?

 

-       Es un viento, hijo mío,

que baja de allá…, del cielo.

 

-       ¿Y por qué tienes los ojos

ceñidos de un manto negro?

 

-       Es porque he llorado mucho

y apenada el alma tengo.

 

-       ¿Y para qué, dime, tu frente

llevas inclinada hacia el suelo?

 

-       Para ver mejor la tierra

que ha de blanquear mis huesos.

 

-       Abuelita, ¿Y qué murmuras

siempre que me acerco?

 

-       Que si yo fuera el lobo

ahora mismo te daría un beso.