Miles de razones en miles de emociones
y, a puro grito, un solo agradecimiento:
¡Gracias, vida mía!
Miles parecían y eran solo dos locos.
Dos dementes que se amaban y lo gritaban
¡Te amo y no lo callo!
Millones parecían y eran solo dos corazones
que aupaban las voces de los sentimientos.
Gritos que desertaban de las ausencias
en las alas de: los te quiero, los te amo
¡Tanto, tanto…, tanto!
Que me es imposible callar lo que llevo dentro:
Millones de razones vestidas de emociones.
¡Sigue así, no pares, agítame!
Búlleme, zarandéame, sacúdeme las emociones
y conviértemelas en infinitas pasiones.
¡Nádame, bucéame!
~/~
Eran una sola mano en billones de cuerpos
sumergidos en las abisales profundidades.
¡Sigue, sígueme, no te pares!
Y allí están todavía desde hace miles de años
fondeados en unos frenesíes de entusiasmos.
¡Dame tu fervor, dámelo ahora!
Se pedían aquellos dos locos con voz de agua
y en fluido viscoso convertían lo que tocaban.
¡Profundízame, un poco más!
Burbujas de amor, con los colores de la pasión
fueron saliendo a la superficie de las emociones.
¡Gracias, pasiones de la vida!
Que hemos conocido la profundidad de las mareas
a través de abisales profundidades de los besos.
Testigos de todo aquello, las pendulares olas curiosas
oscilaciones de dos cuerpos tan unidos, yuxtapuestos
¡Sigue, sé en mí, lo inmediato!
Que nada, ni las rocas de los distanciados silencios
donde se baten las aguas que se saben liberadas
Les pueden a los desafíos de amarnos a puro gritos.
…
¡Tanto, tanto…, tanto!
¡Tanto, que callarlo no puedo!
¡Nádame, bucéame!
¡Sígueme, no pares!
¡Dame tu fervor, dámelo ya!
¡Profundízame un poco más!
…, y sigue así,
sé en mí lo inmediato,
tan cercano…,
que no haya distancia
entre tu pasión y la mía,
entre el turrón y la fresa.
Hagamos Navidad de este momento.
Y se hizo, vaya si se hizo,
porque Navidad viene de nacimiento.