Princesa de caramelo
que derrite su mirada
en el vilo de todo desvelo
se entrega a las aguas del río,
que a mi luna adorada,
le regalo cuando sonrío.
Estoy aquí intentando,
mantener el balance,
no perderme en el canto,
al cabo, me queda el trance
al cabo, desvío de pronto,
sin sonar como un tonto.
Ella está aquí esperando,
entre lluvias que no mojan,
mas sus entrañaras se enojan,
terribles obviedades,
las que marcan sus verdades,
mientras el plenilunio se va acercando.
La princesa que fuera antes de él,
hoy cantas himnos de cometas,
pero aquí no somos profetas,
niña de caramelo mezclado con hiel,
juego con tu obsesivo deseo,
de conservar herida y camafeo.
Me quedo aquí remando,
por las órbitas del espacio sideral,
a cada paso me voy desenamorando,
primero de la monarca ahora plebeya,
luego de su desolada estrella,
y por supuesto; de este insípido final.