Cierro los ojos y te miro ahí, tumbado, una leve sonrisa ilumina ese vacío sollozante qué en tu ausencia reina, ¿qué conjuro te proteje de los años? El arte, las palabras, los poemas trabajados, tal vez el halo de tu gentileza varonil que lo llenaba todo.
Vuelvo a intuir lo que no fue, y mis pasos se desdibujan del camino al paraíso.