Decías que me querías, dulce y cruel mentira,
mientras con otro, a escondidas, te veías,
fragmentos de mi alma en pedazos se partían,
y mis más bellos sueños se desvanecían.
Como un espejo roto, mi corazón se hizo añicos,
cada fragmento reflejando una mentira más.
En la oscuridad, busco los pedazos perdidos,
pero solo encuentro el eco de tu adiós.
Hoy te veo pasar, fantasma de aquel amor,
por la calle donde tantas veces fuimos felices.
Y mi alma se estremece de dolor,
recordando nuestras risas, tan puras y sinceras.
Ahora solo quedan ecos y penas amargas,
y la sensación de que todo fue un sueño.
Las promesas rotas, pétalos de rosa negra,
marchitaron en mi jardín interior,
clavadas en mi pecho, una herida abierta,
un recordatorio constante de lo que perdí.
Y en la noche, un viento frío susurra entre las ruinas de mi corazón,
llevando consigo el eco de tu nombre.
Pero te perdono, liberando así el peso de la amargura,
deseo que encuentres la paz que tanto anhelas, dondequiera que estés.
Si algún día regresas, buscando mi perdón,
aquí estaré esperándote, con los brazos abiertos y un corazón sanado.
Gonci