Escuché que en el desierto
pueden crecen girasoles
En éste en el que habito
quizás también crecían
Pero ha llegado un sol
Oscuro, pérfido y maligno
Y se ha llevado la fé
De lo que aún vivía.
Un sol abrasador
que arrasó con el anhelo
Un fuego de exterminio
que todo lo elimina
Girasoles en llamas
son lo único que veo
Símbolo de lo poco
que aún sentía que latía.
Lo que solían ser
Ahora no lo son más
Ya no representan ni luz
ni esperanza, ni belleza
Son solo el recordatorio
de que todo son cenizas
Yaciendo inertes y erguidas
aquellas flores extintas.
En los desiertos
no crecen los girasoles
Tan solo son artilugios
de una ilusión vacía.
Aquí únicamente quedan
Simples ecos del pasado
De tiempos primaverales
Que ahora inunda la sequía.