Carlos Eduardo

Letter Series

 

One

     Despierto pensando en ti. Los recuerdos del paseo perfumado por la primavera, en la cabriola, anoche me transportaron en mis sueños. ¡Dulce Rosa, fragante, traspasas mi corazón de alegría! Si parecieras triste. Mi alma se llenaría de dolor, y no encontraría reposo... Empero ¿lo tendría si mi amor por ti se adueña de mí, un beso, lo que expresa tu corazón, arden en mí? Solo quiero verte y estar contigo siempre.

Tú enamorado, Martín de lo Barnechea

 

Two

   Antes de que me conocieses, cuando no nos unía sino ensoñadora amistad, ya me figuraba yo (con pureza absoluta, que ahí está lo más sabroso de la figuración) las delicias de un paseíto por Alemania. Los que habíamos dado a través de Madrid me tenían engolosinada, y pensaba yo, para mí: “Qué bonito sería emigrar con este individuo. Me tratará como a una hermana, o, mejor dicho, como a un amigo de confianza entera. Le oiré hablar a todas horas. Aprenderé de él cosas de novela, de estética y de arte. Veremos todo con doble interés y doble fruto. Parece delicado de salud: le cuidaré yo, que soy robusta. Me lo agradecerá: me cobrará mucho afecto, y ya siempre seremos amigos. Nos creerán marido y mujer, y como no seremos nada, nos reiremos...”. En fin, así, un puñado de tonterías. En otras cosas no pensaba, palabra de honor. Tu aparente frialdad, el respeto que te tenía, tu aspecto de formal y reservado, me quitaron esa idea enteramente.

Tu amiga Emilia Pardo Bazán, forever

 

Three

    Mi querida chiquilla: Por mucho tiempo he querido escribirte por la tarde, luego de esas salidas con amigos que pronto estaré describiendo en “A Defeat”, del tipo donde el mundo es nuestro. Quise traerte mis alegrías de conquistador y postrarlas a tus pies, como hacían en la Era del rey Sol. Y luego, agotado por el griterío, siempre me iba simplemente a la cama. Hoy lo hago para sentir el placer que tú aún no conoces, de virar abruptamente de amistad a amor, de fuerza hacia ternura. Esta noche te amo en una manera que aún no conoces en mí: no me encuentro ni agotado por los viajes ni envuelto por el deseo de tu presencia. Estoy dominando mi amor por ti y llevándolo hacia mi interior como elemento constitutivo de mí mismo. Esto ocurre mucho más a menudo de lo que lo admito frente a ti, pero rara vez cuando te escribo. Trata de entenderme: te amo mientras prestas atención a cosas externas. En Toulouse, simplemente te amaba. Esta noche te amo en una tarde de primavera. Te amo con la ventana abierta. Eres mía, y las cosas son mías, y mi amor altera las cosas a mi alrededor y las cosas a mi alrededor alteran mi amor.

Jean-Paul Sartre