Quiero que vengas despacio,
quiero que lo hagas sin prisa,
quiero que llegues callada
y se encienda tu sonrisa.
Yo te ofreceré mis brazos,
como cunas de caricias,
donde te duermas, sin sueño,
y te sientas protegida.
Y al mirarnos a los ojos
se encenderán tus pupilas
de esperanzas, sin espera,
de notas, sin melodías…
Sólo un canto, dulce, eterno,
de aleluyas y de vida,
donde el fluir de tu alma
se confunda con la mía.