Dejo que mi alma muera lentamente en el silencio
que como una sombra se vaya lentamente en la oscuridad.
La dejo que se arrastre como una hoja lo hace con el viento
que quizá ese viento la guíe para llegar a la eternidad.
Dejo que mi realidad caiga en el abismo de lo incierto
que mi naufragio quede sin rumbo en medio del mar.
La dejo que se lleve todos mis mortales sentimientos
que en mi presente solo me han podido crucificar.
Ya callaron las palabras, ya no hay pensamientos
ya no hay innumerables sueños que poder soñar.
El tiempo solo me ha traído desconocidos sufrimientos
con lágrimas que absolutamente nada pudieron consolar.
No hay más dolor que el que traen todos estos versos
que nacen para morir conmigo en esta soledad.
Dejo que de mi vida toda se apodere el veloz tiempo
y haya para mí menos dolor, allí en la lejana eternidad.