En el parque solitario, bajo el cielo gris,
mi mirada busca tu rostro en las sombras.
Las hojas crujen, susurran secretos,
y mi corazón, como un ave herida, se desangra.
¿Por qué se rompió el delicado cristal
que guardaba tus risas y abrazos?
¿Qué faltó en mi ser para merecerte,
para que no te alejaras
como un sueño que se desvanece?
Quizás no fui suficiente,
o tal vez lo fui demasiado.
Mis errores, como piedras en el camino,
me persiguen, me desgarran el alma,
y, aun así, no encuentro la respuesta que anhelo.
El viento lleva tus suspiros lejos,
y yo, como un náufrago en la marea de la memoria,
sigo buscando la cura para este corazón herido,
que no puede olvidarte, aunque el tiempo insista.