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ROJO VIVO DEL OLVIDO

 

Hoy sus labios amanecieron ausentes.

Ya no saben a pomelos jugosos.

Quizás aún sueñan con su pan y su vino

a los pies de un romance y su vértigo. 

 

Puede que sea la resaca de sombras

o la fiebre del rubor abandonado,

con los que se desbocaron a las llamas del deseo

y se mecieron en el trapecio sin su red. 

 

Tal vez sea la dignidad de las promesas

ungidas en rudo abrazo del desespero,

coreando el mito del juramento mudo

vertido sobre el terciopelo de su invierno.

 

Todo amor desea recuperar la maleta de aquel viaje

que contiene los juramentos extraviados

y porque tiene una memoria bien ganada,

les viene bien fundar un nuevo rezo verdadero. 

 

Sí, le piden al amor ciudades con nidos y barcos

y un mar sin desechos de pandemias,

palidecerá el rojo vivo del olvido

porque ese amor no puede solo sin estrellas. 

 

Sí, le piden al amor luz de invernadero,

adornado con bisuterías gitanas,

se bloquearán humedecidas las ventanas

y un vidrio difuminará lo verdadero.

 

 

Sí, le piden al amor vida sin conjuros

y que no deje escapar su goce y sus gemidos,

se dormirán en sus otoños abatidos,

sumergidos en sus tormentos más oscuros.