EDGARDO

A MI PADRE AUSENTE

En el silencio de cada noche sombría,

te recapitulo en mi mente oh padre amado,

sin poder comprender tu lenta agonía,

que ha robado tu vigor y tu paso aplomado.

 

Con nostalgia recuerdo el guerrear,

cuando de niño me cuidabas con amor,

tus manos fuertes me enseñaron a caminar,

pero hoy tu lecho solo me trasmite tu dolor.

 

Tu escritura era un arte que mi vida transformó

en donde las letras fluían con elegancia y pasión,

pero el tiempo implacable las robó,

y hoy tus manos no escriben tu canción.

 

En mi mente guardo tus recuerdos dulcemente,

de un padre que me brindó su bondad,

que me enseñó valores, a ser valiente,

y enfrentar la vida con serenidad.

 

Tu mirada, en otrora centelleante,

hoy refleja dolor, desdén y melancolía,

rompe mi corazón, y lo deja herido eternamente

y en él, tu dolor se vuelve poesía.

 

Aun en tu postración, eres mi inspiración,

aquel que me enseñó a caminar en medio de la tempestad,

hoy es mi turno de brindarte mi corazón y comprensión,

y ofrendarte mi amor y lealtad

 

El tiempo pasa, pero el amor perdura,

tu legado de fortaleza vive en mí,

aunque las circunstancias nos sean duras,

en mi corazón, serás mi eterna raíz.

 

El eco de tus risas en mi mente resuena,

como un canto de esperanza en la oscuridad,

quiero ser tu apoyo, tu luz en la tormenta,

y estar contigo en cada realidad.

 

Aunque tus fuerzas flaqueen, no desistas,

la vida es un camino lleno de altibajos,

y yo estaré a tu lado, sin importar nada,

cuidándote con amor en todos tus pasos.

 

Hoy lloro en silencio, pero también sonrío,

por los momentos bellos que vivimos juntos,

tu amor incondicional, tu abrazo cálido,

siguen siendo mi refugio en estos momentos.

 

Aunque la movilidad te haya abandonado,

tu espíritu sigue siendo fuerte y valiente,

en cada gesto, en cada palabra susurrada,

veo la grandeza de un alma resiliente.

 

Tu cuerpo puede estar postrado en la cama,

pero tu alma brilla con una luz eterna,

mi querido padre, mi fuente de fortaleza,

nada ni nadie podrá apagar tu estrella.

 

En este poema te rindo homenaje,

a ti, mi héroe, mi guía y mi amigo,

a pesar del dolor que hoy nos embarga,

tu amor y ejemplo siguen siendo testigos.

 

En cada palabra escrita con mi mano,

en cada verso que dedico a tu memoria,

quiero que sepas, querido padre amado,

que en mi corazón, vives en toda tu gloria.

 

Así, en esta noche de profundo pesar,

te abrazo en pensamiento y en mi oración,

porque aunque el dolor nos haga sollozar,

tu amor y legado son nuestra salvación.

Ahora que mi amado padre ha muerto,

y su legado en mi alma está sellado,

en cada latido siento su presencia,

como un eco eterno en mi corazón grabado.

 

La tristeza me envuelve como un manto,

pero también la gratitud florece en mí,

por todo lo que me diste, por tu ejemplo,

porque en cada paso, tú siempre estuviste aquí.

 

Tus enseñanzas, tus valores y tu amor,

son un faro en la oscuridad de mi camino,

me guían con sabiduría y con calor,

en cada desafío, en cada nuevo destino.

 

Aunque físicamente ya no estés presente,

tu espíritu pervive en cada aurora,

cada amanecer me recuerda tu sonrisa,

y tu amor, inmortal, mi eterna joya.

 

En cada hoja escrita con mi pluma,

en cada verso que canta mi corazón,

tu legado perdura como una llama,

que ilumina mi sendero en esta canción.

 

En tu ausencia, me hago más fuerte,

porque llevas en mí la fortaleza tuya,

continuaré tu legado con nobleza,

en cada día, en cada huella que construya.

 

Y aunque la vida siga su implacable curso,

y extrañe tus palabras, tus abrazos cálidos,

sé que desde el cielo, tú sigues presente,

guiándome con amor, en momentos difíciles.

 

Así, en la eternidad de este poema,

te celebro, mi padre, mi confidente amado,

tu legado florece como una flor suprema,

en mi alma, en mi vida, en cada paso dado.