Gustavo Echegaray

Nasca

Yo quiero seguir los pasos

de los hombres que labraron

la tierra de mis ancestros,

antes que el sol tuviera

nombre en sus labios,

antes que el fuego trenzara

sus hilos en la sombra.

 

Ellos caminaron en silencio,

sembrando la espiga y el maíz,

derramaron puñados de agua

desde cántaros del cerro,

y la sed se rindió en su manto

sobre la arena desnuda,

sobre guijarros callados.

 

Supieron el secreto del agua

que nace de las cumbres,

guiaron la corriente invisible

que viaja impredecible

bajo la piel de la tierra.

 

Con manos sabias la guiaron,

la hicieron canto en las acequias,

y en cada gota escribieron,

el mensaje que se esconde

en las  venas del invierno.

 

Con sus manos de joyero,

escarbaron en la pampa

rasgaron en la piedra

y dibujaron el tiempo.

 

Atraparon  el viento,

y en tinajas de barro

guardaron los secretos

de los huesos sempiternos,

el polvo imperecedero

de una raza que no ha muerto.