En la sombra del poder, danza la estafa,
un juego siniestro en la danza del caos,
las promesas flotan como hojas al viento,
y en cada palabra, el eco de un lazo.
La política es un arte de sombras y luces,
donde el desorden florece cual hierba en el suelo,
las cartas marcadas son el pan de cada día,
mientras el pueblo observa, atrapado en el duelo.
¡Corrupción es la danza! de trajes elegantes,
donde el oro se abraza a la sangre derramada,
un ciclo hirviente, burbujeante, constante,
que despliega su manto en la noche callada.
Todo lo mismo, como un eco persistente,
la historia se repite, como un mal sueño,
los rostros cambian, pero el fin es evidente:
tierra de avaricia, en un lazo pequeño.
Por cada sonrisa que se roba en silencio,
por cada promesa que se oculta en el lodo,
sigue el canto triste de un pueblo sin aliento,
sabio en su dolor, pero aun así tan modos.
Así avanza el juego, entre rimas y rimas,
un ciclo sin fin, una rueda sin freno,
mientras el sol se oculta tras nubes de ruina,
en el teatro eterno del hombre y su veneno.